Capacitarse, la mejor decisión.
Todos los profesionales tienen expectativas de que este año sea superador a nivel personal y laboral. Pero, en esta época de tanta competencia profesional cada curso extra que tengamos en nuestro curriculum hará la diferencia a la hora de destacarnos del resto.
Capacitarse es crecer, ir en busca de esas metas que siempre soñamos. Aprender nos permite entender los porqués, conocer métodos, disciplinas diferentes, que nos abren un campo inconmensurable de oportunidades laborales.
En otra época el estilista se hacía camino al andar, aprendiendo su tarea directamente en la práctica, en el salón. Lo mismo sucedía con las maquilladoras, cosmetólogas, y tantas
otras profesiones.
Hoy en día existen escuelas e institutos especializados en todo tipo de cursos, y está importantísima oferta académica permite abrir el abanico de talentos que puede ofrecer un profesional a la hora de venderse al mundo.
Ya sea para postularse a un cargo en relación de dependencia, ofrecerse a una reconocida marca como embajador o como aval del salón propio, los cursos de actualización y el aprendizaje de nuevas disciplinas nos ayudan a completar y enriquecer nuestro curriculum laboral.
Es común ver cómo los profesionales se ven desmotivados con el tiempo, al mecanizar su trabajo, sin buscar alternativas creativas que le permitan seguir innovando sin aburrirse.
Esto solamente es posible con una correcta y constante capacitación que les permita crecer y sentirse artistas todos los días. Y crecer no implica solamente aprender cosas nuevas, sino también reconsiderar aquellas cosas que venimos haciendo (bien o mal) hace años o décadas.
Los cursos pueden ayudarnos a ver desde otra perspectiva lo que veníamos haciendo hace años, o tal vez nos demos cuenta que esas técnicas que usábamos pasaron de moda y hoy se utilizan otras totalmente diferentes, mucho más eficaces y modernas.
En peluquería podemos ver esto en cuanto al uso de nuevas herramientas, el posicionamiento de manos y el marketing relacional con los clientes.
La capacitación permite a los profesionales sentirse siempre jóvenes, porque el conocimiento no tiene límites, y cada vez que incorporamos algo nuevo o distinto a nuestra manera de trabajar, nos renovamos.
Y esa actualización se transforma en entusiasmo, el cual es transmitido sin dudas al cliente, que queda más que satisfecho. Capacitarse ayuda a conseguir esa seguridad que se necesita tener al trabajar con personas.
Si estamos en ese momento de la vida en que nos sentimos estancados, paralizados, o con problemas económicos, trabas a nivel personal que influye en el ámbito laboral, no hay dudas que la capacitación será de gran ayuda para salir de este momento de transición. Toda crisis es una oportunidad.
Aprovechemos ese momento de incertidumbre, duda o búsqueda de crecimiento para descubrir el bello e infinito mundo de la capacitación. Seguramente nos sentiremos más cómodos, seguros, alegres y con más perspectivas en nuestro trabajo diario.
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